lunes, 13 de septiembre de 2010

Adiós




La revista Adiós está dedicada exclusivamente a la muerte y temas afines. Editada por la Empresa Mixta de Servicios Funerarios de Madrid (que gestiona trece cementerios y dos tanatorios), es gratuita y se encuentra en funerarias y tanatorios principalmente de Madrid. Los contenidos (después de una rápida ojeada) tienen relación con los ritos funerarios, desde el punto de vista del interés cultural y del empresarial (es también una revista corporativa). Llama la atención el concurso de "tanacuentos" que organiza y publica la revista.

Como simple cotilleo, el director es Jesús Pozo y la redactora jefe es su esposa, Nieves Concostrina.

miércoles, 14 de julio de 2010

la manzana y la muerte

Ésta es la manzana envenenada, la de Blancanieves, la tentación, la del paraíso... ¡La manzana y la mueeeeerte!

miércoles, 7 de julio de 2010

cementerios, turistas, parís y susan sontag



Parece ser que lo del descanso de los muertos es cada vez más difícil, sobre todo porque en aras del turismo se quiere vender hasta el aire: tours, visitas guiadas y comentadas, conciertos... a ver quién da más. Tal y como asegura el arquitecto Rafael Moneo en la entrevista de este fin de semana en el ABC Cultural: "el mayor lujo que puede tener cualquier ciudad es no recibir turistas". Está claro, el problema es que todos lo somos en mayor o menor medida y debo reconocer que yo también he caído en la visita a cementerios en las escasas escapadas que me he podido permitir. Muertos ilustres, naturaleza decadente, enclaves aislados más o menos terroríficos o en el mismísimo centro de la ciudad, cualquier excusa es buena.
Ha habido de todo. Encantador y solitario el cementerio de los ingleses de Lisboa. Sin horario, estaba cerrado cuando llegamos y, por si acaso, llamé al portón, apareciendo al rato una viejecita que nos hizo pasar y nos preguntó de dónde éramos: "Aquí no hay ningún español. Pero anda, pasad", y nos dejó solos. Como curiosidad me acabo de enterar que la han hecho miembro de la Orden del Imperio británico. No doy crédito...
En Londres el cementerio estaba en un barrio a las afueras y fue una visita acojonante de verdad. Creí que de allí no salía vivía, lo juro. Era un sitio de paso de una parte del barrio a la otra y los personajes con los que te cruzabas eran de infarto. Asustan más los vivos que los muertos.
Y en París toda una historia. Visité una exposición de Annie Leibovitz -A Photographer's Life 1990-2005- en La Maison Européenne de la Photographie. Me gustaron sobre todo sus fotos íntimas, el álbum más personal que convivía en las paredes de las salas junto a sus trabajos más conocidos. Fotos de familia, de los veraneos, y las más sorprendentes para mí: las fotos de intimidad junto a Susan Sontag.




Yo desconocía la relación que existía entre ambas y me sorprendió la naturalidad con que mostraban su convivencia siendo dos personajes tan conocidos. Fotografías de la escritora tirada en el sofá, de su mesa de trabajo, su colección de conchas, y algunas fotos increíblemente duras sobre la enfermedad de la escritora, su transformación física y las secuelas que dejó en su cuerpo.


Instantáneas en la habitación del hospital que muestran el lado más desagradable y escatológico de cualquier enfermedad, en este caso el cáncer. Unas imágenes de sufrimiento y decrepitud que cualquier otro intelectual de su altura, alguien "especial" como ella misma se consideraba, no hubiese aceptado mostrar. Susan Sontag fue una mujer muy atractiva, fotogénica y aparece también bellísima con el pelo corto y canoso después de la quimio. Quise comprar el catálogo pero era demasiado grande y pesado para mi equipaje de vuelta.
Al día siguiente visité el barrio de Montparnasse, y su cementerio, una gran manzana verde situada como corazón del barrio. Al entrar te dan un mapa de ubicación señalando las tumbas más famosas: Baudelaire, Simone de Beauvoir, Samuel Beckett, Julio Cortázar, Marguerite Duras, Man Ray, Guy de Maupassant, Sartre... A veces verdaderamente difícil encontrarlas, hasta el punto que recuerdo un tipo que se acercó en una de mis búsquedas, creo que era la de Cortázar, y me la indicó sin problemas -¡un operario que te ayuda a encontrar las tumbas! ¡Alucinante!-. En el paseo, y para mi sorpresa, encontré una inesperada y que no se incluía en el mapa de los ilustres allí enterrados: la de Susan Sontag. No sabía tampoco que estuviese enterrada en París y fue como una especie de cierre de ciclo.

Haber visto sus fotos de vida cotidiana, enfermedad, el traslado en avión gravemente enferma, y por último encontrar el trocito de tierra donde ahora descansa. Muchas cosas sobre alguien de la que apenas sabía nada. De vuelta a Sevilla Sergio RMRQ me prestó Ante el dolor de los demás y descubrí a una ensayista apasionante.
Su hijo, David Reiff, cuenta la tensa relación de Sontag con la enfermedad y la muerte en el libro Swimming in a sea of death, en español Un mar de muerte, y Muñoz Molina escribe una crónica preciosa. Reiff narra la resistencia feroz de la escritora a morir y cómo se enfrentó aun pasando verdaderos calvarios a los envites del cáncer y finalmente de la leucemia. El último encuentro íntimo con su madre lo cuenta así: "En cuanto murió pedí a las demás personas de la habitación que salieran. Y miré de verdad. Para ser francos, le quité la blusa. Y no era más que una llaga desde el interior de su boca hasta los dedos de los pies. Así que el sufrimiento fue extraordinario. Sin embargo, la muerte, en sí, fue comparativamente fácil en el sentido de que parecía no sufrir dolores". Una última imagen de alguien genial que le dijo a su hijo antes de morir: "Esta vez, por primera vez en mi vida, no me siento especial".

P.D.: El libro es la ampliación de un artículo que su hijo publicó en el New York Times Magazine en el año 2005 y que también se puede leer aquí.

viernes, 2 de julio de 2010

afganistán: guerra y muerte

En relación a la entrada anterior dejo un enlace fotográfico de la sección Big pictures del Boston.com bastante clarificador de cómo van las cosas por Afganistán. Algunas imágenes ponen los pelos de punta. Poco más que añadir. Bueno sí, recomendar la lectura del magnífico ensayo de Susan Sontag Ante el dolor de los demás.
Esta mañana, siguiendo con el tema, me decidí a leer la famosa entrevista al general McChrystal publicada en la revista Rolling Stone. Ni la peor peli americana con todos los tópicos esperables sobre el mundo militar fanatizado supera lo real. Lo más alucinante y no menos esperado por otra parte, es que la improvisación política y táctica, o ambas contaminadas, es total.

P.D.: Si alguien tiene curiosidad que lea los comentarios a las fotografías. Hay de todo, con sorpresas y discursos de ciudadanos americanos que siguen creyendo en su país como todopoderoso salvador de los caídos y frases arengadoras del tipo: "The LORD is a man of war. The LORD is his name". Exodus 15:3.
En fin, eso es lo malo, siempre hay quien encuentra justificaciones. Por cierto, y siguiendo con las frases "tipo autoayuda", cómo al más alto cargo de EEUU en Afganistán puede referir una cita de Bruce Lee como base de su trabajo: "No hay límites. Sólo hay obstáculos, y no debes quedarte en ellos, sino atraversarlos". Cuánta mierda...

martes, 29 de junio de 2010

Las habitaciones de los caídos

En el Magazine de "El Mundo" de hace unas semanas apareció un fotorreportaje del fotógrafo de guerra norteamericano Ashley Gilbertson. La idea era fotografiar las habitaciones intactas que los soldados americanos caídos en Irak y Afganistán dejaron en EEUU. Las fotografías que hizo se pueden ver aquí. Una web a modo de portafolio sobrecogedora. Y este vídeo del autor hablando del proyecto es muy interesante, también de El Mundo tv. Y este otro:



Muy interesante cuando se para en los detalles de las habitaciones.
Lo primero que se siente al ver estas fotos es compasión. Han logrado seguramente su cometido, provocarte, como dice Gilbertson, mucho más que una foto captada en pleno conficto, en Irak o Afganistan. La guerra y la muerte continúan en casa, a muchos kilómetros de donde ocurrió. Imaginamos el cuidado de la madre a la hora de limpiar los objetos, muchos de ellos de dudoso gusto pero que son el legado de un hijo. Todo el patrimonio de un joven a sus padres. Algunos temas que quiero discutir:
-Qué clase de muerte es la de los caídos en guerra.
-Existe el individuo o qué llamamos "bajas".
-Cómo ha cambiado morir en una guerra a lo largo de la historia, no sólo los métodos sino la percepción de esas muertes.
-Cómo afronta el soldado la idea de muerte cuando es movilizado.
-El suicidio en la guerra.
-Quiénes mueren en una guerra.
-Por qué ideas muere un soldado, y: pueden esas ideas (libertad, democracia,...) reemplazar de alguna manera a un hijo, una hermana, un marido...

jueves, 17 de junio de 2010

miércoles, 9 de junio de 2010

Obituario

Seguramente, mientras escribamos este cuaderno morirán algunos amigos. Gente a la que conocimos real y físicamente, o a la que, como Francois Truffaut hace en su "Habitación verde", conocimos espiritualmente y deseamos colocarle una vela en su día postrero. Éste, Lolo Pavón, fue un amigo de mis años mozos en La Isla, barman en el blues bar mientras yo recogía vasos; alguna vez quedamos en el garaje de la Mili para tocar la guitarra. Un buen artista, mi hermana conserva algún dibujo de él, y un buen tipo. Descanse en paz, melancólico y sonriente Lolo.

martes, 8 de junio de 2010

la muerte por Joan Didion

El 18 de diciembre de 2003 la hija de Joan Didion, Quintana de 37 años, comienza a tener los síntomas de lo que parece una gripe. Pasados unos días, sin mejoría, su marido decide llevarla de urgencias al elitista hospital Beth Israel North de Manhattan. Los médicos le diagnostican gripe y le aconsejan descanso y algo para bajar la temperatura. Prosigue el tratamiento pero no puede asistir a la cena de Nochebuena en casa de sus padres, sigue encontrándose mal. Al día siguiente, la trasladan de nuevo al hospital. Esta vez le hacen radiografías y descubren una fuerte neumonía. Nada grave, pero determinan como medida preventoria ingresarla en la UCI para que esté controlada. La neumonía avanza y deriva en un choque séptico.
El 30 de diciembre Joan Didion y su marido, John Gregory Dunne, regresan de pasar la tarde en el hospital junto a su hija. Llegan a casa. Mientras Joan prepara una ensalada para la cena, John enciende la chimenea y se sienta a tomar un whisky. "De repente dejó de hablar". Se desploma y muere de un paro cardiaco fulminante.
25 de marzo de 2004, fuerte recaída de Quintana. Tras el susto y, aparentemente recuperada, decide pasar unos días en California y celebra junto a su madre el funeral por la muerte del padre. Vuela con su marido a Los Ángeles y en el aeropuerto se desploma: tienen que realizarle una grave intervención.
4 de octubre de 2004 Joan Didion comienza la redacción de El año del pensamiento mágico: "Un intento por encontrar sentido al tiempo que siguió, a las semanas y meses que desbarataron cualquier idea previa que yo tuviera sobre la muerte, la enfermedad, la probabilidad y la suerte, la buena o la mala fortuna, sobre el matrimonio y los hijos y el recuerdo; sobre el dolor y los modos en que la gente se plantea que la vida se acaba; sobre la precariedad de la cordura y sobre la vida misma".
Se publicará justo un año después, en octubre de 2005. En el libro no se hace referencia a la muerte de Quintana sucedida el 26 de agosto de 2005. Recibe el National Book Award en la categoría de no ficción ese mismo año.
Leí El año del pensamiento mágico hace un par de años. Un relato autobiográfico que aborda no tanto la muerte en sí, dolorosa e inevitable, sino el duelo cotidiano. La manera en que alguien tiene que superar el fin de una vida en común junto a su marido. El fin de una etapa de rituales compartidos, cotidianidad, anécdotas, altibajos...
Apunté en mi cuaderno una frase curiosa, potente, creo, y divertida que John le dijo a su mujer cuando ésta decidió colaborar en la revista Life. En un principio le habían dicho a Joan Didion algo así como: "Ahí afuera hay un mundo en plena revolución y nosotros te enviaremos a él". Nada de esto ocurrió, querían su firma y poco más. Pidió trasladarse a Saigón cuando lo de My Lai y le dijeron que se quedara quietecita... "¿No te lo dije? ¿No te lo dije que sería como si una manada de patos te mordiese hasta matarte?", le dice su marido. Una comparación perfecta con lo que viene a ser el libro.
El título, El año del pensamiento mágico, alude a la actitud mental que nos hace pensar que tenemos poderes para influir en el curso de los acontecimientos. La forma de relativizar el dolor: no tirar de momento su ropa por si vuelve, y poco a poco ir asumiendo. El truco mágico.

En marzo de 2007 se estrena en Broodway la versión teatral del libro con Vanesa Redgrave como protagonista. Críticas excelentes y sobrecogimiento en las butacas, así lo narran los artículos que he podido encontrar por la red. Vanessa Redgrave y Joan Didion se conocían y se compenetraron a la perfección en el trabajo de adaptación teatral. Vanessa Redgrave, dicen los que han podido verlo, borda el monólogo sobre las tablas.
Ahora, tal y como advierte la entrada anterior podremos disfrutar de la versión patria; primero en catalán con promesa de gira al resto de la península. Me muero de ganas.


domingo, 6 de junio de 2010

El año del pensamiento mágico, Joan Didion



En España lo publicó Global rhythm.

viernes, 28 de mayo de 2010

La muerte siempre es un buen principio

Primera escena del espectáculo "Shrimp Tales" (Cuentos de gambas), por la compañía Hotel Modern.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Woody Allen y la muerte



El pasado 15 de mayo Woody Allen desde Cannes:
"preguntado sobre su relación exacta con la muerte, el dueño de las gafas de pasta más famosas del mundo ha soltado con voz dubitativa: "Estooo... la verdad es que no ha cambiado demasiado, es la de siempre: estoy en contra de ella". Y ha añadido, ya entre el estruendo de risas de la gran sala de conferencias de prensa del búnker de La Croisette: "Bueno, mis padres vivieron bastante, así que en el plano genético estoy muy bien, pero yo soy más bien cobarde".

El estracto está sacado de la crónica que Borja Hermoso hizo de su última peli para El País.

martes, 18 de mayo de 2010

John Cheever

Benjamin, uno de los hijos de John Cheever, acaba así su introducción a los Diarios de su padre: "No hemos hecho nada para proteger a nuestro padre. Nada para protegernos a nosotros mismos. Mi hermana Susan, mi hermano Fred y yo nos hemos encargado de casi todo el apoyo [técnico al editor Robert Gottlieb]; mi madre, de mantenerse al margen. Nuestro trabajo exigió tiempo; el suyo, valentía".
Al morir, en 1982, Cheever dejó a su hijo Benjamin el encargo de publicar sus diarios. El hijo los había leído en vida de su padre y quedó turbado por ellos. El escritor daba una visión de sí mismo que nada tenía que ver con su respetabilidad pública y muy poco con la propia imagen que de él tenía su hijo. No sólo por la homosexualidad destapada. Hay una triste punzada en el corázón de ese prólogo: "Me sorprendía lo poco que aparecíamos todos nosotros, excepto tal vez mi madre, pero el trato que recibía no era como para desear publicidad".
De modo que tiene mucho mérito la actitud de esa familia. Revela también el llamativo carácter de algunos escritores: incapaces de apechugar con su testimonio en vida dejan el muerto a sus deudos.

Arcadi Espada, El Mundo 3 de julio de 2009.

La moda y la muerte

El juego de la moda con la muerte cambia de un tiempo a otro, pero siempre, dentro de la moda, la muerte desempeña un papel basal. Gracias a la moda se resucita otra vez. Gracias a la moda se muere algo con la garantía de una reencarnación. Como decía la famosísima diseñadora Coco Chanel, el destino de la moda es pasarse de moda. Pasar de un existencia a otra, recuperarse en el fallecimiento de una forma, pasar del límite de una configuración a una nueva configuración que se celebra siempre como una secuencia sin término.

Vicente Verdú, El País, 9 de diciembre de 2001

Crímenes ejemplares

Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga a hablar. [...] Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.


Lo maté porque bebí lo justo para hacerlo.


—Dormir es suicidarse un poco cada noche.
—Usted es soltero.
—¿Cómo lo sabe?


Llámanlo el sueño eterno. Como padezco horriblemente de insomnio, pruebo.


Las nalgas son mejores al tacto que al gusto, más duras de mascar que de tentarrujar.


Esa hormiga odiaba a aquel león. Tardó diez mil años pero se lo comió todo, poco a poco, sin que él se diera cuenta.


La maté por no darle un disgusto.



Extraído de Max Aub, Crímenes ejemplares, Madrid, Calambur, 1996.